familia deberes escolares2
Las Tunas.- La puerta de la sala está abierta, saludo desde la distancia y al entrar veo a Amanda. Está sentada, con la espalda recta, en su nuevo pupitre (una pequeña mesa improvisada) y en la pantalla del televisor un profesor imparte su clase. Creo que hablan de Literatura y Amanda lo sigue como si estuviera en persona. Todo parece normal, pero en realidad no lo es.

madre e hijo 1Su hermano Kenny está en la mesa del comedor repasando con el libro de Historia. Ellos, al igual que aproximadamente la mitad de la humanidad están en aislamiento, llevan dos meses en casa y seguramente hay momentos en que la tristeza y la ansiedad se notan, pero de eso no me hablaron. Prefirieron contarme de los tremendos experimentos que hacen en las clases de Ciencias Naturales y que en la cocina no salieron tan bien, de la competencia con el amiguito del frente para ver quien aplaude primero y del Repasador Virtual, una experiencia nueva para ellos, que les ha sacado de apuros varias veces.

Permanecer y estudiar en los hogares no es nada sencillo para nuestros niños y adolescentes, sin embargo, su generación parece estar mejor preparada que la nuestra para enfrentar el encierro. Sin saberlo ya estaban entrenados para el distanciamiento social, pues desde pequeños se comunican entre sí con aparatos que no existían hace 20 años, cuando las bolas y los yaquis eran nuestro mejor recurso contra el aburrimiento.

                                                                 LA FAMILIA, EL MEJOR LUGAR PARA APRENDER

Ante la adversidad de un virus, Amanda y Kenny han reacomodado su mundo, sus juegos, sus amigos y hasta su salón de clases. Por ahora no regresarán a la escuela, no obstante, sus padres, Jorge Mallet Pico y YaÍma Machado Baldoquín, respiran hondo y hacen malabares con el propósito de dedicarles más tiempo, a la vez que cumplen con sus responsabilidades dentro y fuera del hogar.

padres 1Como familia mantener límites y horarios ha sido importante. Como siempre, el uso de la tecnología no debe posponer la necesidad de dormir, de hacer actividades físicas, o de leer. Yaíma no ha perdido el contacto con los profesores de sus hijos para recibir información o aclarar dudas. Jorge, por su parte,gestiona todo tipo de materiales útiles en función de un aprendizaje de buena calidad.

El padre sabe que cuando vuelvan a las aulas, la preparación de cada uno demostrará quién siguió las orientaciones con responsabilidad. Para él es imperdonable que no se aprovechen los esfuerzos que hace el país por defender el desarrollo intelectual de todos sus estudiantes en condiciones tan complejas y eso, me dice enfático, “es obligación de los padres”.

Para ambos esta es una gran oportunidad de conocer más de cerca lo que estudian y aunque la empresa no es nada fácil, ven las teleclases junto a ellos, las graban para luego repasarlas con más detenimiento y leen los libros de texto una y otra vez en busca del conocimiento. Lo cierto es que han tenido que ser muy creativos para educarlos durante el coronavirus.

                                                                                                                   LA MEJOR OPCIÓN

La familia ha sido siempre un espacio vital y en momentos como los que vivimos se convierte más que nunca en sostén e inspiración. La que formaron Jorge y Yaíma da fe de ello, lo demuestran al educar con el ejemplo, más que con los libros y al mostrar a sus retoños que los conocimientos son puentes que conducen al futuro. La pandemia pasará, pero su hogar saldrá fortalecido y de hecho ya lo está.

Por su parte la generación de Amanda y Kenny nos ha enseñado mucho en este tiempo. Cuando comenzó el aislamiento no pocos pensaron que el mayor problema serían los niños recluidos en sus casas, sin embargo, ellos nos han dado una lección de paciencia. Se adaptaron rápido ante nuevas circunstancias; son, por mucho, más resistentes y flexibles que la mayoría de los adultos y siguen regalándonos cada día sus mejores sonrisas.

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