Las Tunas.- Desde hace tiempo observo una especie de "nueva tendencia", no solo en redes sociales, también en la vida diaria. Y, debo confesar que no logro adaptarme. Esta práctica, disfrazada de "comedia", convierte absolutamente todo en un chiste, incluso lo que no debería serlo.
Hoy, hacer publicaciones, videos e imágenes "graciosas" es algo normal. Eso no quiere decir que esté mal ni que jamás me haya reído de situaciones cotidianas, reflejadas a través de contenido jocoso y ameno. Pero..., ¿hasta qué punto, en estos casos, podemos diferenciar lo divertido de lo ofensivo?
Con frecuencia, leemos y escuchamos comentarios racistas, homofóbicos, denigrantes y hasta sobre situaciones graves y delicadas, cubiertos por el velo del supuesto humor negro. Bajo este concepto, se esconden, infinidad de veces, insultos, discriminación y superficialidad. Entiendo que la línea en estas cuestiones resulta delicada y frágil, pues lo que para muchos es simple sátira, para otros pudiera considerarse agravio. ¿Se está realmente consciente de las consecuencias que puede tener?
Por ejemplo, con seguridad la mayoría conoce sobre la muerte del cantante cubano José Manuel Carbajal Zaldívar (El Taiger), residente en Estados Unidos, quien no pudo sobrevivir tras recibir un disparo en el cráneo. Durante los días en los que luchó por su vida, dejamos de lado las preferencias musicales para brindar apoyo, consuelo y hasta acompañar con nuestros deseos y oraciones a alguien que, sin importar más nada, solo era un ser humano.
Lástima que, en igual medida, apareció en redes sociales una ola de memes con situaciones burlescas y especulaciones sobre el incidente -aún no aclarado por las autoridades. Es para preguntarse: ¿cómo algo así puede causarles risa? Si fuese familiar suyo, ¿lo verían de la misma manera? Seguro que no.
En otros casos, el color de la piel protagoniza estas manifestaciones. Tal parece que el sufrimiento de los esclavos y la constante lucha de la comunidad negra es motivo de memes. Relacionar a personas afrodescendientes con la delincuencia es uno de los más frecuentes y populares. Por lo visto, normalizar el racismo y los estereotipos no deja de ser moda. Igualmente, no pueden faltar otras temáticas como discapacidades, antifeminismo, la comunidad LGBTIQ+...
El problema, a mi juicio, está dado por la falta de empatía. No podemos ir por el ahí dañando y ofendiendo, para luego justificarlo con un "ay es solo humor, no te infartes". Resulta que existe algo llamado respeto mutuo y sirve para mantener el orden social. ¿Qué aprenderán entonces las nuevas generaciones? ¿Eso queremos enseñarles?
Mi objetivo no es juzgar a nadie, sino invitar a la toma de conciencia sobre nuestros actos y sus consecuencias a corto y largo plazos. Si continuamos normalizando y minimizando el dolor de minorías, de comunidades vulnerables, estaremos perpetuando estigmas y tirando por la borda años de esfuerzos, de causas que, indudablemente, pueden cambiar. Reírnos de estos problemas no ayuda a nadie ni a nosotros mismos, por el contrario, resta seriedad y validez a las batallas de los que verdaderamente lo han sufrido.
Exhorto a comediantes, creadores y usuarios de diferentes plataformas digitales, a utilizar ese medio de expresión, para desafiar prejuicios en lugar de prolongarlos, abogar por una diversión más sana y abierta. Asimismo, los animo a reflexionar sobre el impacto de su trabajo, a revisar el material antes de compartirlo y considerar, cómo podría ser recibido por diferentes audiencias.
Aunque el humor negro puede ser una forma de liberación y crítica social, su mal empleo solo crea heridas en el tejido colectivo. La risa no debería ser a costa de la dignidad de otros; en vez de ello, debemos transformarla en pos de celebrar la diversidad y promover la comprensión. Solo así, podremos construir una sociedad más inclusiva y respetuosa, en la que la buena comedia sea un vehículo de unión y no de división.