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Las Tunas.- Decenas de hectáreas poseen, de conjunto, los hermanos Velázquez Figueredo, destacados productores del municipio de Majibacoa, quienes han hecho de la comunidad de Blanca Rosa un lugar de referencia cuando se habla de la producción de alimentos.

Jorge y Blas tienen esas tierras en usufructo y lo primero fue un fiero combate contra el marabú hasta dejar limpios los potreros en los que ahora pastan tranquilamente unas 57 reses. Había más, pero hace pocas jornadas hicieron una nueva venta de toros.
"Eso es parte de nuestra gestión -comenta Blas, quien se dedica a la ganadería- y lo estamos haciendo con mucha dedicación. Ya hemos entregado cerca de 30 toneladas de carne y te diría que esos resultados son brillantes, porque entregamos los animales con 400 kilogramos de peso promedio.
"Ahora tenemos nueve vacas, las que son las responsables de la leche que se entregó en el 2020, unos cinco mil litros. Ya están destetando y en un tiempo prudencial reanudaremos la obtención de ese alimento.
"Nuestros potreros son buenos y siempre tienen pastos naturales, pero sembramos caña de azúcar y tithonia para las reses y los carneros, pues también somos productores de carne de ganado menor. Compramos residuos de la industria azucarera y aprovechamos los restos de las cosechas".
Cuentan los hermanos que sus padres los educaron de una manera especial y que se hicieron hombres con esas ideas de tributarse cariño, respeto y transparencia. Esos sentimientos y actitudes han sido la clave para ir formando el patrimonio que ahora tienen y que es fruto del esfuerzo y la dedicación de ambos.
Comparten las ganancias y las pérdidas y jamás toman una decisión que no se haya colegiado entre los dos. En las noches, antes de despedirse e ir a sus viviendas, debaten sus asuntos y organizan las próximas jornadas para que nada falle.
"Fíjate si es así -acota Jorge, el responsable de los cultivos varios- que decidimos juntos qué renglón vamos a sembrar o en qué fecha comenzaremos a cosechar o con qué diversificaremos las producciones.
"Fundamentalmente nos dedicamos al plátano y todos los años tenemos altos rendimientos. También sembramos boniato con sorprendentes resultados, porque recogemos más de 500 quintales por hectárea. Y tenemos algo de maíz y otros sembrados.
"Estamos en una base de cultivos tapados, con casas rústicas semiprotegidas, que se dedicarán a las hortalizas y a multiplicar semillas de tabaco. Además, ya están creadas todas las condiciones para sembrar dos hectáreas de cebolla y ajo".
Los Velázquez, como se les conoce en Las Tunas, viven apegados a las necesidades de estos tiempos. Lo mismo se les ve entregando un donativo a un centro de aislamiento para contribuir a la alimentación de las personas recluidas en ellos a causa de la Covid 19, que en una de las ferias agropecuarias que se hacen en el municipio o en la cabecera provincial.
Quieren insertarse en la exportación de productos agropecuarios, y por ello pretenden sembrar chile habanero, aunque quizás luego nazca alguna otra idea, en una de las conversaciones que tienen cada noche antes de ir a dormir.
Por ahora mejoran paulatinamente sus suelos con diversas prácticas agroecológicas que se impulsan desde el Proyecto OP 15, al que pertenece Jorge, y que consiste en la aplicación constante de diferentes materias orgánicas y abonos foliares.
Y a la vez que mejoran sus tierras, y por consiguiente sus producciones, consolidan una asombrosa unión familiar que también involucra a sus padres, su única hermana y a los hijos que trajeron al mundo, a los que han enseñado a no ser primos, sino hermanos.
En la cooperativa de créditos y servicios Cuba Va, Jorge y Blas son un ejemplo y la satisfacción por su actuar llega con frases emotivas que coinciden en que el mayor premio está en el orgullo que sienten sus padres.

 

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