productorFoto: Reynaldo López Peña.

Amancio, Las Tunas.- Hace unos meses la idea de sembrar ajonjolí le robó el sueño. Le daba vueltas en la cabeza, retaba a su instinto de campesino de más de ocho décadas inclinado hacia el surco, hasta que finalmente se decidió a emprender la “travesía”. Y es que Rafael Ferreiro Jerez asegura que a la tierra hay que ponerle muchas ganas y no cansarse nunca de “reinventar cosechas”.

El octogenario acaricia ahora la idea de producir aceite comestible a partir del ajonjolí y parte de este emprendimiento se debe al apoyo que ofrece a los agricultores tuneros el proyecto PIAL. Por la finca Gladys, perteneciente a la cooperativa de créditos y servicios CCS Lino Álvarez, la ciencia se redirige hacia las rutinas del campo con el único objetivo de incrementar el acopio de alimentos para el abastecimiento local.ferreiro3
En sus dominios de alrededor de 67 hectáreas hay más de 80 cabezas de ganado, grandes extensiones dedicadas a la siembra de yuca, muy pronto también germinará el maíz y la añorada “semilla”, dueña de sus motivaciones más recientes. Pero no es el cumplimiento de los planes de entrega de viandas o la maña de Rafael para hacer parir la tierra lo que inspira el regreso de 26 a sus predios: el don más preciado de Los Ferreiro es una historia familiar de tres generaciones asidas a la agricultura con toda la fuerza de la tradición y el compromiso.
“Yo abrí los ojos en esta misma tierra- confiesa Rafael-. Desde pequeño le atiné siempre a las labores del campo. Lo heredé de mis padres. Y no solo por necesidad, yo disfruto el olor de los surcos, cuando rompen las semillas, el momento exacto de cosechar. Aquí no hay tiempo para estar aburrido. Nunca he pensado en tomarme un descanso, solo quiero tener las fuerzas para echar adelante todos los proyectos que faltan por venir.
“Mis hijos se criaron de igual manera. No hubo que darles indicaciones, ellos mismos fueron buscando sus espacios y planificándose un futuro, pero ligados a la agricultura. Claro, con sus propios proyectos. Al nieto enseguida le reconocí los bríos y sabía que sería campesino, no había de otras…”
                                                                   OTROS ESCENARIOS, LA MISMA SUERTE
David Ferreiro Fernández (hijo de Rafael) entreteje su historia también en las demarcaciones de la CCS Lino Álvarez. Su finca es una potencia en la producción de frutas. Basta una ojeada para distinguir el coco, mamey, guayaba, mango, aguacate, níspero, cereza...
Más cercano a los conocimientos de la ciencia habla de los buenos resultados que han dejado en sus plantaciones y animales el uso de microorganismos eficientes. A este campesino se le encienden los ojos cuando comparte sus metas.
“Con lo que más tiempo llevo trabajando es con los cerdos, puntualiza David. Tengo un convenio con la empresa Porcina y recibo una parte de la comida que requieren los animales, el resto la sembramos aquí mismo: yuca, maíz, caña y desperdicio de cosechas.
“Los cerdos nos llegan con 40 o 45 días y tenemos seis meses para llevarlos hasta 90 kilogramos. Se dice fácil, pero no lo es. Hay que ingeniárselas para mantenerlos sanos, impedir que se retrasen en el crecimiento y buscar todas las alternativas posibles para que prosperen en tiempo.ferreiro
“La finca me mantiene ocupado y enfocado cada día. Siento que es una responsabilidad grande, pero uno puede ver los resultados de su esfuerzo y eso es una gran inspiración”.
                                LA HERENCIA DE REYNALDO
Las palabras no le fluyen como a su abuelo Rafael, es más arisco a la grabadora y las cámaras, pero en el discurso escueto de Reynaldo Fernández Ferreiro no es difícil encontrar la herencia de su estirpe: una pasión por los grandes sembrados, y el reto de diversificar los cultivos y producir alimentos, tanto para aportar al municipio como para el autoconsumo.
ferreiro2“Desde que nací todo lo que vi fue a mi familia completa dedicada al trabajo de la finca -cuenta Reynaldo-. Aprendí enseguida que no había límites de horarios para sembrar, limpiar, cosechar. También supe que los campesinos se levantan en la madrugada y no tienen miedo al sol, ni a nada.
“A mí particularmente lo que más me gusta son los cultivos varios. Me dedico a sembrar maní, melón, viandas, granos, hortalizas. El año anterior fue muy duro por la escasez de recursos, la sequía, pero uno va aprendiendo y preparándose para mantener a flote las cosechas.
“Conozco del PIAL, he participado en eventos y me interesa tener toda la capacitación posible porque hay que aplicar la ciencia para el beneficio de la agricultura. Uno no puede quedarse solo con la experiencia y las rutinas familiares, hay que enriquecerse y aclimatarse a la vida actual.
                                                                                                                        …
Conversar con esta familia tiene un disfrute especial, son trozos de la misma historia, pero con bríos diferentes. Cada uno lleva sobre sus espaldas el aderezo de corresponder a sus herencias familiares y motivar en los suyos el mismo destino; porque en esta estirpe, presente y tradición se entremezclan, desde hace más de un siglo, con los designios de la tierra.

 

 

 

 

 

 

Comentarios   

ana María Piñeiro
# ana María Piñeiro 26-02-2021 12:08
Muy consagrados a la tierra, el trabajo es fuerte pero con dedicación hay resultados. Felicidades a los Ferreiro. Salud y prosperidad :lol:
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