Jobabo, Las Tunas.- Mencionar a Arpajón en Jobabo y asociarlo con una amplia crianza de cerdos es lo habitual, pues todos lo reconocen como un excelente productor de carne porcina, actividad a la que dedicó muchísimo tiempo. Pero, las cosas cambiaron para él.
Hoy Rafael Arpajón Ramírez emprende nuevos proyectos que le motivan el alma y el cuerpo, y que lo hacen olvidar aquellos primeros años como usufructuario cuando "la mujer y yo solo teníamos una vaquita y muchos deseos de arrancar los marabuzales que había en el lugar.
"Aquí quedan huellas de cuando vine. Trabajé a brazo partido, poquito a poquito, y a veces me parece que esto es un sueño. Fue difícil, pero se hizo realidad lo que imaginé para estas tierras, donde ya he recogido muchísimos frutos".
Lo de los cerdos fue muy bueno para este campesino de la cooperativa de créditos y servicios Osvaldo Figueredo, de la comunidad de Feijóo; sin embargo, cuando comenzaron a aparecer dificultades con la garantía del alimento animal, tuvo que cambiar sus proyecciones.
"Estuve analizando como un año, esperando, porque se pensaba vender el pienso en Moneda Libremente Convertible y los animales en Moneda Nacional. Pero no hubo soluciones y finalmente decidí transformar mi realidad y dedicarme a la crianza de pollos.
"Compré un pie de cría de 200 animales y mi proyecto es lograr todo aquí, el nacimiento y la ceba. Luego tengo la idea de poner cada semana en el mercado de la ciudad 200 pollos para ayudar con la alimentación del pueblo.
"Ya preparé toda mi tierra para garantizar el alimento de las aves. Tengo soya, maíz, sorgo y un poco de caña para hacer mela'o, porque se les puede dar. Esa es la clave para producir, es lo que nos toca y es mi deseo ir hacia adelante todo el tiempo".
Arpajón tiene disposición y se propone metas que puede cumplir. Cree que cuando alguien se propone algo y trabaja en esa dirección, obtiene resultados.
"Yo no veo las cosas difíciles. Ahora estoy enfrascado en hacer una pequeña fábrica para obtener aceites y ya tengo algunos recursos. Pienso que para el próximo año pueda tener aceite de soya, de girasol, de ajonjolí y de lo que aparezca.
"Pero, eso no es todo, estoy insertado al Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL) y tengo cuatro variedades de habichuelas, cinco de soya y tres de maíz. Además, yuca y otros renglones fundamentalmente para el consumo de la familia".
A PIAL le agradece mucho por tantos beneficios que le ha dado. De un lado están los equipos de riego y del otro, los conocimientos adquiridos en talleres de socialización de experiencias y en los cursos en los que ha participado. Con ellos aprendió sobre el uso de los microorganismos eficientes, la alimentación de cerdos y la producción de granos.
"Es importante compartir los saberes. Participas y aprendes cosas nuevas. Después uno piensa que, si otra persona lo hace, yo puedo hacerlo. Y en mi finca hay ejemplos".