Sonia Escalona Alarcón
Las Tunas.- Quien ve a Sonia Escalona Alarcón haciendo algún trámite en las calles de la ciudad de Jobabo, con su pelo negrísimo, su ropa bonita y sus uñas coloreadas, no la imagina abriendo las puertas de su hogar en la comunidad de Feijóo y respirando el aire puro con el que inicia el día en la campiña.

No hay contradicciones -piensa ella- porque, aunque en las mujeres hay belleza natural, un poquito de cuidados no vienen mal. Por eso cada día, cuando pone a hacer el café de ella, su esposo y todo el que llega a la casa, corre a su espejo a peinar el cabello y a sonreírse, para coger fuerzas y salir a trabajar.

Legalmente las tierras no son suyas, pero es como si lo fueran. Pertenecen a su esposo de toda la vida, al padre de sus tres hijos, al hombre que es igual de generoso con los visitantes y que la ve dormir y despertar desde hace más de cuatro décadas.

Sonia Escalona Alarcón OTRAJuntos han labrado un patrimonio que va más allá de la vivienda y los recursos materiales que atesoran sus paredes. Tienen una familia y ese es el mayor premio. Por ellos han sido honestos, serviciales y laboriosos y para ellos es el fruto de cada sacrificio.

Sonia es el horcón, la sonrisa, el abrazo, la tranquilidad y el plato de comida. Es la alegría y el control y es la mujer que se pasa el día con la escoba en la mano para que su patio brille, encandilado con las flores del jardín, al que cuida con paciencia y esmero.

Además de las tareas hogareñas que nunca acaban, es la responsable de los animales pequeños, aunque casi siempre llega hasta las corraletas porque cree que solo ella es capaz de dejarlas limpias. Alimenta los cerdos y las aves, pastorea los carneros y es capaz de reconocer a cada ejemplar, incluso, de las ocas, que casi todas se parecen.

Entre los cultivos varios siembran arroz, calabaza, boniato y maíz, del que tienen buenos rendimientos desde su incorporación al proyecto Apoyo a la Intercooperación Agropecuaria (Apocoop). Y es que, gracias a Apocoop, tienen un sistema de riego eléctrico que ha sido una bendición.

Por agradecimiento, y hasta por convicción, entregan sus producciones a la cooperativa y muchos niños se alimentan con la leche que acopian para la Empresa de Productos Lácteos de Las Tunas. Y de vez en vez ayudan a algunas personas de su radio de acción porque es lindo servir a los demás.

En medio de tantos quehaceres también cuida de sus plantas de café -las adora- y cuando tiene electricidad encuentra muchos amigos en la programación de la Radio. Dicen sus familiares que cuando no la puede escuchar, se transforma. Es broma, aseguran. Pero la verdad es que siempre la prefiere.

La de Sonia puede ser la vida de muchas mujeres que viven en zonas rurales y disfrutan la paz del campo, entre flores y animales. Aprovechan la tranquilidad, aunque no tienen ni un minuto de descanso, y son útiles a sí mismas, la familia y la sociedad. ¡Enhorabuena por ellas! 

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